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DOCTOR HONORIS CAUSA OTORGADO POR LA - SciELO

2019 — Honorable Dr Alfredo Quiñones-Hinojosa, de quien tengo el Honor esta noche de 









Becoming Dr Q: My Journey From Migrant Farm - Ibero Puebla

Cité 8 fois — Alfredo Quinones-Hinojosa, Mim Eichler Rivas - pdf download free book Becoming Dr Q: My Journey 





PITUITARY TUMOR CENTER - Johns Hopkins Medicine

redo Quiñones-Hinojosa speaks with patients during lunch O n September 26, 2009, 140 patients 

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? BRAIN & LIFE EN ESPAÑOL OTOÑO 2018 D e niño y viviendo en una pequeña población campesina cerca de Mexicali, México, a Alfredo Quiñones Hinojosa, MD, le fascinaba detenerse en las tiendas de conveniencia para comprar la última edición de su libro de historietas favorito:

Kalimán, el Hombre

Increíble. Junto con sus amigos, Martín y Efraín, leía con atención las hazañas del superhéroe, cuyos poderes incluían conocimientos científicos, curación y telepatía. El joven idealizaba a su místico e intelectual héroe que se vestía de blanco y usaba un turbante adornado con una K. “Kalimán usaba la meditación y sus poderes psíquicos para viajar a través del espacio. Era amable, bueno y luchaba por la gente que tenía poco", recuerda el Dr. Quiñones Hinojosa, ahora un destacado neurocirujano conocido con cariño por sus pacientes como Dr. Q. “Él era un científico; de niño yo me creía

Kalimán, no cabe duda".

El futuro médico creció en una pequeña parcela “en medio de la nada", disfrutando lo que él llama una vida exploradora. “Acostumbraba salir a los canales de riego y pescar cangrejos y camarones de río", cuenta. “Recuerdo estar sobre el techo de nuestra casa mirando a las estrellas y pensando que quería ser explorador". Su padre ganaba un salario modesto en una gasolinera y la familia de ocho, en la que el Dr. Q es el mayor de seis hermanos, apenas tenía comida y vivía en una casa de dos habitaciones. “Lo más importante que teníamos era nuestra familia", recuerda el Dr. Q, quien después otorgaría el crédito de su propia

compasión hacia sus pacientes a su abuela, una partera y curandera local. Un héroe de historietas, muy popular en México,

inspiró a un trabajador inmigrante a dedicarse a las neurociencias y ayudar a la gente necesitada.

POR ALICE GARBARINI HURLEY

Maravilla

Médico

CORTESÍA DE MAYO CLINIC Y ALFREDO QUIÑONESfiHINOJOSA, MD

BRAINANDLIFE.ORG ?

CORTESÍA DE MAYO CLINIC Y ALFREDO QUIÑONES?HINOJOSA, MD

La educación era también importante

para él. El Dr. Q prosperaba en la escuela pública local y eventualmente se graduó con una licencia en educación.

Sin embargo, él no estaba satisfecho y

soñaba con un futuro diferente. Durante los veranos de su adolescencia viajaba escondido bajo la lona de la parte trasera de una camioneta al San Joaquín Valley en California, para cosechar tomates y preparar campos de algodón para la cosecha.

En California, el Dr. Q dominó con

rapidez máquinas e instrumentos. "Era capaz de conducir una sofisticada máquina cosechadora con todo tipo de hojas filosas", recuerda. "Solía sentarme ahí como un astronauta, usando mis pies para controlar la máquina". Poco después, ya nivelaba la tierra, araba surcos y movía los tubos de riego dos veces al día en lodo que le llegaba hasta las rodillas. Con el tiempo se convirtió en encargado en una compañía ferroviaria cerca de Stockton,

California, donde soldaba, pintaba y

daba mantenimiento a tanques que transportaban azufre. A los 19 años, se mudó definitivamente a los Estados

Unidos, como también lo hizo casi toda

su familia estableciéndose al norte de

California. "Todos tuvimos que ir tras el

trabajo", comenta el Dr. Q.

Una epifanía

Dos años después, trabajando en la

compañía ferroviaria, el Dr. Q quedó atrapado en uno de los tanques. Cayó dentro de uno de ellos al reparar una válvula de seguridad y perder una de las piezas de su equipo. Incapaz de evitar respirar los peligrosos vapores del azufre, fue perdiendo la conciencia poco a poco mientras su cuñado, que también trabajaba con él, luchaba para sacarlo. El Dr. Q fue llevado de urgencia al hospital donde recuperó la conciencia. Los médicos lo dieron de alta tras determinar que no había sufrido lesiones permanentes. Sin embargo este accidente, que pudo ser fatal, cambió la forma de pensar del joven de 21 años: se sentía profundamente agradecido de estar vivo y tenía ahora la determinación de hacer algo para ayudar a otros. "Ese accidente me enseñó que quería ayudar a otros seres humanos", recuerda. "Para lograrlo, me di cuenta que necesitaba retomar mis estudios". El Dr. Q siguió trabajando en la compañía ferroviaria durante el día y, por las noches, estudiaba inglés en el colegio comunitario local. Asimismo, enseñaba matemáticas y ciencias a estudiantes que sólo hablaban español y se unió al equipo de debate con miras a mejorar sus habilidades de habla en público y a dominar el inglés. Renunció al trabajo ferroviario tras obtener una beca en la University of California en

Berkeley para estudiar psicología. A

pesar de que aún le costaba trabajo hablar y hacer tareas en inglés, destacó en cálculo y química.

Una dirección diferente

Poco después de llegar a Berkeley,

el Dr. Q encontró un mentor en el departamento de psicología: Joe

Martínez, PhD, quién dirigía el

laboratorio de neurobiología que tanto intrigaba al joven estudiante.

En su último año de escuela, el Dr. Q

sabía que deseaba continuar con su educación pero dudaba entre la escuela de leyes y la de medicina. Al final, los recuerdos de su abuela, la curandera y partera de su pueblo, fueron los que le inspiraron a elegir la medicina.

Después de terminar con honores

su tesis en neurociencias, el Dr. Q fue alentado por el Dr. Martínez y por Hugo Mora, director del Hispanic Center of Excellence de Berkeley, a hacer solicitud de ingreso en Harvard

Medical School. Para su gran sorpresa

y agrado, fue admitido.

En Harvard, el Dr. Q conoció a

Edward Kravitz, PhD, cuyo laboratorio

de neurobiología era muy reconocido.

Los dos hombres compartían

la experiencia de haber vivido infancias en condiciones marginales y prosperado con rapidez a partir de medios modestos -el Dr. Kravitz creció en el Bronx y a los 30 años era ya profesor de Harvard-. "Nos acoplamos al instante", recuerda el Dr. Q.

El antiguo trabajador inmigrante

continuó con éxito en la escuela de medicina. Se dedicó de lleno a la investigación, recibió becas y otras distinciones académicas y se graduó con honores. Se convirtió también en ciudadano de los Estados Unidos e incluso dio el discurso en la ceremonia de graduación de su promoción.

Al salir de Harvard, el Dr. Q

regresó a California, donde completó su internado, residencia y parte de su trabajo posdoctoral en la University of California San Francisco (UCSF).

Durante su estancia en UCSF,

tomó la decisión de continuar hacia neurocirugía y en 2005 se mudó a la Johns Hopkins University para BRAIN & LIFE EN ESPAÑOL OTOÑO 2018 “su carisma, humildad y el compromiso con su trabajo son irresistibles... él no olvida su pasado, ayuda y devuelve a la comunidad". ?JOSEPH I SIRVEN, MD, FAAN

Alfredo Quiñones

Hinojosa, MD a los

4 años (derecha).

Para convertirse

en médico se inspiró en

Kalimán, el héroe

de historietas (izquierda). convertirse en profesor y cirujano especializado en cáncer de cerebro y tumores hipo?sarios. Hoy en día es profesor de la cátedra William

J. y Charlie H. Mayo y jefe del

departamento de neurocirugía en la

Mayo Clinic en Jacksonville, Florida.

Evolución natural

Algunas de las cosas que el Dr. Q

aprendió en el campo le han sido útiles en su trabajo dentro del quirófano.

Por ejemplo, confía en las habilidades

que perfeccionó en las cosechadoras -donde usaba los pies para controlar la maquinaria- al hacer uso de un dispositivo futurístico al que se re?ere con cariño como "la silla del Capitán Kirk". Con uno de sus pies presiona un pedal para controlar el zoom e inclinar el microscopio durante una cirugía.

Luchar contra un villano

Al igual que Kalimán, el Dr. Q ha

dedicado su carrera a aniquilar un enemigo mortal. En el caso del Dr. Q, el enemigo es el glioblastoma multiforme (GBM), la forma más común y agresiva de cáncer de cerebro. De acuerdo con la American Brain Tumor Association, la vida media de un adulto tratado con quimioterapia y radiación es de alrededor de un año y medio. En el

Tumor Stem Cell Research Laboratory

de la Mayo Clinic, el neurocirujano y su equipo emplean herramientas con tecnología de punta para inhibir a las células iniciadoras de tumores cerebrales malignos que causan el glioblastoma. "Tratamos de desenredar los misterios de la migración del cáncer de cerebro", explica el Dr. Q.

Una de las áreas actuales de

investigación explora el uso de células madre de tejido graso para el tratamiento de tumores de cerebro.

En condiciones ideales, los pacientes

donarían su propio tejido graso, éste se expandiría en el laboratorio y se modi?caría para expresar un gen terapéutico. Las células madres serían entonces reintroducidas al cuerpo del paciente para, selectivamente, atacar y destruir células tumorales. "Cada paciente formaría parte de algo mucho más grande y ayudaría a curar el cáncer en general. Nuestro laboratorio

Cirujano de los pobres

A través de su organización de

benecencia Mission:BRAIN, el Dr. Q realiza cirugía de cerebro gratuita en poblaciones desfavorecidas alrededor del mundo.

Tras completar su

residencia médica en 2005,

Alfredo Quiñones Hinojosa,

MD, ahora Neurocirujano de

la Mayo Clinic en Jacksonville,

Florida, sabía que quería

agradecer y devolver a su comunidad, particularmentequotesdbs_dbs21.pdfusesText_27