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  • Destacan momentos de inestabilidad emocional y ambivalencia de sentimientos con respecto a la persona ausente: por un lado se sienten tristes debido a la lejan? física del familiar que la migración conlleva, pero al mismo tiempo se sienten orgullosos de ello, por el esfuerzo que hacen los progenitores con el objetivo
  • Quizás la migración por sí sola no es causa directa de deterioro de la salud mental; es la situación del empleo, las condiciones de vivienda, los acontecimientos traumáticos antes, durante y después de la migración, los motivos suficientes para conducir (por lo menos) a la angustia psicológica.
  • Sensibilizar y hacer part?ipes a las comunidades de origen, tránsito y destino. De esta forma, ellas mismas pueden ser las que identifiquen y compartan sobre los riesgos de una migración irregular.
  • Desde un punto de vista psicológico, podemos definir emigrar como: el cambio profundo y radical que realiza una persona en su contexto existencial, pasando de lo que hasta ese momento era “su mundo”, a un nuevo contexto, al que tendrá de nuevo que hacer como suyo.
1 Este documento del Departamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano de la USCCB es una recopilación de citas y extractos útiles de discursos, mensajes, homilías y audiencias del papa Francisco. Esta recopilación informal no es exhaustiva; no cubre todas las cuestiones. Este documento es una obra en proceso y se actualizará periódicamente.

Cómo utilizar este documento:

Las citas están ordenadas por tema. Los temas están en orden alfabético. La lista por tema que presenta abajo el Índice de contenido lleva a la sección correspondiente del documento. Cada cita de este documento va seguida por una referencia entre paréntesis que indica la fecha (por ejemplo, 5 de junio de 2013). Cada fecha corresponde a una comunicación oral o escrita del papa Francisco que se produjo en esa fecha. Cuando se produjeron dos comunicaciones en la misma fecha, la referencia entre paréntesis indica la fecha seguida por el tema (por ejemplo, 28 de marzo de 2013, Misa Crismal y 28 de marzo de 2013,

Centro Penitenciario para Menores).

Una lista de las comunicaciones del papa Francisco ordenadas por fecha aparece en la

última página de este documento.

Ejemplo: la primera cita de la sección titulada Pobreza va seguida por una referencia entre paréntesis que dice (19 de marzo de 2013). Para determinar la fuente de la cita, el lector que vaya a la última página del documento verá que 19 de marzo de 2013 se refiere a la homilía del papa Francisco en la misa por el comienzo de su ministerio petrino, y puede utilizar el vínculo proporcionado para acceder al texto íntegro del discurso. 2

Índice de contenido

Los temas que presenta abajo el Índice de contenido llevan a la sección correspondiente de este documento.

Alimentación/Hambre

Bien común

Caridad/Amor

Caridad/Servicio

Cuidado por la creación/Medio ambiente

Derechos y responsabilidades

Desarrollo

Diálogo cívico

Economía/Justicia económica/Desigualdad

Ecumenismo/Relaciones interconfesionales

Estructuras del pecado

Familia/Comunidad

Gobierno y líderes

Jóvenes

Libertad religiosa (internacional)

Migrantes y refugiados

Misericordia

Misión/Encuentro

Mujeres

Nueva Evangelización

Participación cívica/política

Paz

Pena de muerte/pena capital

Pobreza

Presos/Encarcelamiento

Sacramentos y justicia

Solidaridad y subsidiaridad

Tierra Santa

Trabajo/Empleo

Trata de personas

Vida sencilla/materialismo

Vida y dignidad

Vivienda

Miscelánea

3

Alimentación/Hambre

Si en tantas partes del mundo hay niños que no tienen qué comer, eso no es noticia, parece normal. ¡No puede ser así! (5 de junio de 2013, Medio ambiente) Esta cultura del descarte nos ha hecho insensibles también al derroche y al desperdicio de alimentos, cosa aún más deplorable cuando en cualquier lugar del mundo, lamentablemente, muchas personas y familias sufren hambre y malnutrición. (5 de junio de

2013, Medio ambiente)

El consumismo nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. ¡Pero recordemos bien que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre! (5 de junio de 2013, Medio ambiente) Invito a todos a reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados. (5 de junio de 2013, Medio ambiente) cuando el alimento se comparte de modo equitativo, con solidaridad, nadie carece de lo necesario, cada comunidad puede ir al encuentro de las necesidades de los más pobres. Ecología humana y ecología medioambiental caminan juntas. (5 de junio de 2013, Medio ambiente) Estamos llamados no sólo a respetar el medio ambiente natural, sino también a mostrar respeto y solidaridad con todos los miembros de nuestra familia humana. Estas dos dimensiones están estrechamente relacionadas; hoy estamos sufriendo de una crisis que no

sólo tiene que ver con la gestión equitativa de los recursos económicos, sino también con la

preocupación por los recursos humanos, por las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que viven en la extrema pobreza, y especialmente por los muchos niños de nuestro mundo que carecen de una adecuada educación, atención de salud y nutrición. El consumismo y una cultura del descarte han llevado a algunos de nosotros a tolerar el desperdicio de recursos preciosos, incluso los alimentos, mientras que otros están, literalmente, consumiéndose de hambre. Les pido a todos que reflexionen sobre este grave problema ético en un espíritu de solidaridad basado en nuestra común responsabilidad por la Tierra y por todos nuestros hermanos y hermanas de la familia humana. [Traducción no oficial] (5 de junio de 2013, Medio ambiente) Somos conscientes de que uno de los primeros efectos de las graves crisis alimentarias, y no sólo las causadas por desastres naturales o por conflictos sangrientos, es la erradicación de su ambiente de personas, familias y comunidades. Es una dolorosa separación que no se limita a la tierra natal, sino que se extiende al ámbito existencial y espiritual, amenazando y a veces derrumbando las pocas certezas que se tenían. Este proceso, que ya se ha hecho global, requiere que las relaciones internacionales restablezcan esa referencia a los principios éticos que las regulan y redescubran el espíritu auténtico de solidaridad que puede hacer incisiva toda la actividad de cooperación. (20 de junio de 2013) 4 Es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo. No se trata sólo de responder a las emergencias inmediatas, sino de afrontar juntos, en todos los ámbitos, un problema que interpela nuestra conciencia personal y social, para lograr una solución justa y duradera. (16 de octubre de 2013) Paradójicamente, en un momento en que la globalización permite conocer las situaciones de necesidad en el mundo y multiplicar los intercambios y las relaciones humanas, parece crecer la tendencia al individualismo y al encerrarse en sí mismos, lo que lleva a una cierta actitud de indiferencia a nivel personal, de las instituciones y de los estados respecto a quien muere de hambre o padece malnutrición, casi como si se tratara de un hecho ineluctable. Pero el hambre y la desnutrición nunca pueden ser consideradas un hecho normal al que hay que acostumbrarse, como si formara parte del sistema. (16 de octubre de 2013)
El tema elegido por la FAO para la celebración de este año habla de sistemas alimentarios sostenibles para la seguridad alimentaria y la nutrición. Me parece leer en él una invitación a repensar y renovar nuestros sistemas alimentarios desde una perspectiva de la

solidaridad, superando la lógica de la explotación salvaje de la creación y orientando mejor

nuestro compromiso de cultivar y cuidar el medio ambiente y sus recursos, para garantizar la seguridad alimentaria y avanzar hacia una alimentación suficiente y sana para todos. Esto comporta un serio interrogante sobre la necesidad de cambiar realmente nuestro estilo de vida, incluido el alimentario, que en tantas áreas del planeta está marcado por el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de alimentos. (16 de octubre de 2013) A este respecto, la persistente vergüenza del hambre en el mundo me lleva a compartir con ustedes la pregunta: ¿cómo usamos los recursos de la tierra? Las sociedades actuales

deberían reflexionar sobre la jerarquía en las prioridades a las que se destina la producción.

De hecho, es un deber de obligado cumplimiento que se utilicen los recursos de la tierra de modo que nadie pase hambre. (8 de diciembre de 2013) Es de sobra sabido que la producción actual es suficiente y, sin embargo, millones de personas sufren y mueren de hambre, y eso constituye un verdadero escándalo. Es necesario encontrar los modos para que todos se puedan beneficiar de los frutos de la tierra, no sólo para evitar que se amplíe la brecha entre quien más tiene y quien se tiene que conformar con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, de equidad y de respeto hacia el ser humano. En este sentido, quisiera recordar a todos el necesario destino universal de los bienes, que es uno de los principios clave de la doctrina social de la Iglesia. Respetar este principio es la condición esencial para posibilitar un efectivo y justo acceso a los bienes básicos y primarios que todo hombre necesita y a los que tiene derecho. (8 de diciembre de 2013) Hoy tengo el placer de anunciarles la Campaña contra el hambre en el mundo, lanzada por nuestra Caritas Internationalis y comunicarles que es mi intención darle todo mi apoyo. Esta Confederación, junto a sus 164 organizaciones miembros, está hoy comprometida en 200 países y territorios del mundo y su labor está en el corazón de la misión de la Iglesia y su atención hacia todos aquellos que sufren por ese escándalo del hambre, con el que el Señor se identificó cuando dijo: Tuve hambre y me disteis de comer. (9 de diciembre de 2013) 5 Nos encontramos ante un escándalo mundial de casi mil millones de personas. Mil millones de personas que todavía sufren hambre hoy, no podemos mirar a otra parte, fingiendo que el problema no exista. ... La parábola de la multiplicación de los panes y los peces nos enseña precisamente eso: que cuando hay voluntad, lo que tenemos no se termina, incluso sobra y no se pierde. Por eso, queridos hermanos y hermanas, les invito a que hagan un lugar en su corazón para esta urgencia, respetando ese derecho que Dios concedió a todos, de tener acceso a una alimentación adecuada. Compartamos lo que tenemos, con caridad cristiana, con todos aquellos que se ven obligados a hacer frente a numerosos obstáculos para satisfacer una necesidad tan primaria y, a la vez, seamos promotores de una auténtica cooperación con los pobres, para que a través de los frutos de su trabajo y de nuestro trabajo puedan vivir una vida digna. (9 de diciembre de 2013) Invito a todas las instituciones del mundo, a toda la Iglesia y a cada uno de nosotros, como una sola familia humana, a dar voz a todas las personas que sufren silenciosamente el hambre, para que esta voz se convierta en un rugido capaz de sacudir al mundo. Esta campaña quiere ser también una invitación a todos nosotros, para que seamos conscientes de la elección de nuestros alimentos, que con frecuencia significa desperdiciar la comida y usar mal los recursos a nuestra disposición. Es también una exhortación para que dejemos de pensar que nuestras acciones cotidianas no tienen repercusiones en la vida de quienes cerca o lejos de nosotros sufren el hambre en su propia piel. (9 de diciembre de 2013) Roguemos al Señor para que nos conceda la gracia de ver un mundo en el que nadie jamás deba morir de hambre. Y pidiendo esta gracia, les doy mi bendición. (9 de diciembre de 2013)
Ayer Cáritas lanzó una campaña mundial contra el hambre y el despilfarro de alimentos, con el lema: Una sola familia humana, alimentos para todos. El escándalo de los millones de personas que sufren hambre no debe paralizarnos, sino más bien impulsarnos a actuar todos, individuos, familias, comunidades, instituciones, gobiernos para eliminar esta injusticia. El Evangelio de Jesús nos muestra el camino: confiar en la providencia del Padre y compartir nuestro pan de cada día sin desperdiciarlo. Aliento a Cáritas a llevar adelante este compromiso, e invito a todos a unirse a esta ola de solidaridad. (11 de diciembre de 2013)
La paz además se ve herida por cualquier negación de la dignidad humana, sobre todo por la imposibilidad de alimentarse de modo suficiente. No nos pueden dejar indiferentes los rostros de cuantos sufren el hambre, sobre todo los niños, si pensamos a la cantidad de alimento que se desperdicia cada día en muchas partes del mundo, inmersas en la que he definido en varias ocasiones como la cultura del descarte. Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen descartados como si fueran cosas no necesarias. (13 de enero de 2014, Cuerpo Diplomático) Los que trabajan en estos sectores [políticos y económicos] tienen una responsabilidad

precisa para con los demás, especialmente con los más frágiles, débiles y vulnerables. Es

intolerable que todavía miles de personas mueran cada día de hambre, a pesar de las grandes cantidades de alimentos disponibles y, a menudo, simplemente desperdiciados. (17 de enero de 2014) 6 Defender a las comunidades rurales frente a las graves amenazas de la acción humana y de los desastres naturales no debería ser sólo una estrategia, sino una acción permanente que favorezca su participación en la toma de decisiones, que ponga a su alcance tecnologías apropiadas y extienda su uso, respetando siempre el medio ambiente. Actuar así puede modificar la forma de llevar a cabo la cooperación internacional y de ayudar a los que pasan hambre o sufren desnutrición. (16 de octubre de 2014) Para vencer el hambre no basta paliar las carencias de los más desafortunados o socorrer con ayudas y donativos a aquellos que viven situaciones de emergencia. Es necesario, además, cambiar el paradigma de las políticas de ayuda y de desarrollo, modificar las reglas internacionales en materia de producción y comercialización de los productos agrarios, garantizando a los países en los que la agricultura representa la base de su economía y supervivencia la autodeterminación de su mercado agrícola. (16 de octubre de 2014) ¿Hasta cuándo se seguirán defendiendo sistemas de producción y de consumo que excluyen a la mayor parte de la población mundial, incluso de las migajas que caen de las mesas de los ricos? Ha llegado el momento de pensar y decidir a partir de cada persona y comunidad, y no desde la situación de los mercados. En consecuencia, debería cambiar también el modo de entender el trabajo, los objetivos y la actividad económica, la producción

alimentaria y la protección del ambiente. Quizás ésta es la única posibilidad de construir un

auténtico futuro de paz, que hoy se ve amenazado también por la inseguridad alimentaria. (16 de octubre de 2014) El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable. (28 de octubre de 2014) En el mundo, incluso dentro de los países pertenecientes al G20, hay demasiadas mujeres y hombres que sufren a causa de la desnutrición severa, por el aumento del número de personas sin empleo, por el altísimo porcentaje de jóvenes sin trabajo y por el aumento de la exclusión social que puede conducir a favorecer la actividad criminal e, incluso, el reclutamiento de terroristas. Además, se verifica una agresión constante al ambiente natural, resultado de un consumismo desenfrenado; y todo ello producirá graves consecuencias para la economía mundial. (6 de noviembre de 2014, Carta) Ante la miseria de muchos de nuestros hermanos y hermanas, a veces pienso que el tema del hambre y del desarrollo agrícola se ha convertido hoy en uno de los tantos problemas en este tiempo de crisis. Y, sin embargo, vemos crecer por doquier el número de personas con dificultades para acceder a comidas regulares y Debemos responder al imperativo de que el acceso al alimento necesario es un derecho para todos. Los derechos no permiten exclusions. (11 de junio de 2015) ¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé 7 que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema. (24 de septiembre de 2015, Congreso) El hambre hoy ha adquirido las dimensiones de una verdadero escándalo que amenaza la vida y la dignidad de muchas personas hombres, mujeres, niños y ancianos. Todos los días tenemos que enfrentar esta injusticia, me atrevo a decir, este pecado, en un mundo rico en recursos alimenticios, gracias también a los enormes avances tecnológicos, demasiadas personas no tienen lo necesario para sobrevivir; y esto no sólo en los países pobres, sino cada vez más también en las sociedades ricas y desarrolladas. La situación se ve agravada por el aumento de los flujos migratorios, que llevan a Europa miles de refugiados que huyen de sus países y necesitan de todo. Frente a un problema tan inconmensurable, resuenan las palabras de Jesús: tuve hambre y me disteis de comer (Mt 25:35). Vemos en el Evangelio que el Señor, cuando se da cuenta de que las multitudes que vinieron a oírlo tienen hambre, no ignora el problema, ni da un bello discurso sobre la lucha contra la pobreza, sino que hace un gesto que deja sorprendidos a todos: toma lo poco que los discípulos han traído consigo, lo bendice y multiplica los panes y los peces, tanto que al final recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos (Mt 14:20). (3 de octubre de

2015, Banco de Alimentos)

Es Jesús mismo quien nos invita a hacer espacio en nuestro corazón a la urgencia de alimentar a los hambrientos, y la Iglesia ha hecho de ello una de las obras de misericordia corporales. Compartir lo que tenemos con los que no tienen los medios para satisfacer una necesidad tan básica, nos educa en la caridad, que es un don desbordante de pasión por la vida de los pobres que el Señor nos hace encontrar. (3 de octubre de 2015, Banco de

Alimentos)

Al compartir la necesidad del pan de cada día, encuentran ustedes cada día cientos de personas. No olviden que son personas, no números, cada uno con su carga de dolor que a veces parece imposible de soportar. Teniendo siempre esto presente, podrán mirarlos a la cara, mirarlos a los ojos, darles la mano, ver en ellos la carne de Cristo, y también ayudarlos a recuperar su dignidad y ponerse de pie nuevamente. (3 de octubre de 2015,

Banco de Alimentos)

Tantos hermanos no obstante los esfuerzos realizados, pasan hambre y

malnutrición, sobre todo por la distribución inicua de los frutos de la tierra, pero también

por la falta de desarrollo agrícola. Vivimos en una época donde la búsqueda afanosa del beneficio, la concentración en intereses particulares y los efectos de políticas injustas frenan iniciativas nacionales o impiden una cooperación eficaz en el seno de la comunidad internacional. (16 de octubre de 2015) Somos testigos, a menudo mudos y paralizados, de situaciones que no se pueden vincular exclusivamente a fenómenos económicos, porque cada vez más la desigualdad es el resultado de esa cultura que descarta y excluye a muchos de nuestros hermanos y hermanas de la vida social, que no tiene en cuenta sus capacidades, llegando incluso a considerar superflua su contribución a la vida de la familia humana. (16 de octubre de 2015) Las condiciones de las personas hambrientas y malnutridas ponen de manifiesto que no es suficiente ni podemos contentarnos con un llamado general a la cooperación o al bien 8 común. Tal vez la pregunta sea otra: ¿Es aún posible concebir una sociedad en la que los recursos queden en manos de unos pocos y los menos favorecidos se vean obligados a recoger sólo las migajas? (16 de octubre de 2015) Tener en cuenta los derechos de los hambrientos y acoger sus aspiraciones significa ante todo una solidaridad transformada en gestos tangibles, que requiere compartir y no sólo una mejor gestión de los riesgos sociales y económicos o una ayuda puntual con motivo de catástrofes y crisis ambientales. (16 de octubre de 2015) La protección social no puede limitarse al incremento de los beneficios, o quedar reducida a la mera idea de invertir en medios para mejorar la productividad agrícola y la promoción de un justo desarrollo económico. Se debe concretizar en ese amor social que es la clave de un auténtico desarrollo (cf. ibíd., 231). Si se considera en su componente esencialmente humana, la protección social podrá aumentar en los más desfavorecidos su capacidad de resiliencia, de asumir y sobreponerse a las dificultades y contratiempos, y a todos hará comprender el justo sentido del uso sostenible de los recursos naturales y del pleno respeto de la casa común. Pienso, en particular, en la función que la protección social puede desarrollar para favorecer la familia, en cuyo seno sus miembros aprenden desde el inicio lo que significa compartir, ayudarse recíprocamente, protegerse los unos a los otros. Garantizar la vida familiar significa promover el crecimiento económico de la mujer, consolidando así su papel en la sociedad, como también apoyar el cuidado de los ancianos y permitir a los jóvenes continuar su formación escolar y profesional, para que accedan bien capacitados al mundo laboral. (16 de octubre de 2015) La Iglesia no tiene la misión de tratar directamente estos problemas desde el punto de vista técnico. Sin embargo, los aspectos humanos de estas situaciones no la dejan indiferente. La creación y los frutos de la tierra son dones de Dios concedidos a todos los seres humanos, que son al mismo tiempo custodios y beneficiarios. Por ello han de ser compartidos justamente por todos. Esto exige una firme voluntad para afrontar las injusticias que nos encontramos cada día, en particular las más graves, las que ofenden la dignidad humana y afectan profundamente nuestra conciencia. Son hechos que no permiten a los cristianos abstenerse de prestar su contribución activa y su profesionalidad, sobre todo a través de diversas organizaciones, que tanto bien hacen en las zonas rurales. (16 de octubre de 2015) Son muchos los rostros, las historias, las consecuencias evidentes en miles de personas que la cultura del degrado y del descarte ha llevado a sacrificar bajo los ídolos de las ganancias y del consumo. Debemos cuidarnos de un triste signo de la globalización de la indiferencia, que nos va acostumbrando lentamente al sufrimiento de los otros, como si fuera algo normal (Mensaje para la Jornada Mundial de la Alimentación 2013, 16 octubre

2013, 2), o peor aún, a resignarnos ante las formas extremas y escandalosas de descarte y

de exclusión social, como son las nuevas formas de esclavitud, el tráfico de personas, el trabajo forzado, la prostitución, el tráfico de órganos. Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna (Carta enc. Laudato si, 25). Son muchas vidas, son muchas historias, son muchos sueños que naufragan en nuestro presente. 9 No podemos permanecer indiferentes ante esto. No tenemos derecho. (26 de noviembre de

2015, U.N.O.N.)

Que hoy en pleno siglo XXI muchas personas sufran este flagelo, se debe a una egoísta y mala distribución de recursos, a una mercantilización de los alimentos. La tierra, maltratada y explotada, en muchas partes del mundo nos sigue dando sus frutos, nos sigue brindando lo mejor de sí misma; los rostros hambrientos nos recuerdan que hemos desvirtuado sus fines. Un don, que tiene finalidad universal, lo hemos convertido en privilegio de unos pocos. Hemos hecho de los frutos de la tierra don para la humanidad commodities de algunos, generando, de esta manera, exclusión. (13 de junio de 2016) Nos hará bien recordar que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, del que tiene hambre. Esta realidad nos pide reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados (cf. Catequesis [5 junio 2013]). (13 de junio de 2016) Deseo que la lucha para erradicar el hambre y la sed de nuestros hermanos y con nuestros hermanos siga interpelándonos, que no nos deje dormir y nos haga soñar, las dos cosas. Que nos interpele a fin de buscar creativamente soluciones de cambio y de transformación. (13 de junio de 2016) Jesús se preocupa de dar de comer a todas aquellas personas, cansadas y hambrientas y cuida de cuantos le siguen. Y quiere hacer participes de esto a sus discípulos. Efectivamente les dice: dadles vosotros de comer (v. 16). Y les demostró que los pocos

panes y peces que tenían, con la fuerza de la fe y de la oración, podían ser compartidos por

toda aquella gente. Jesús cumple un milagro, pero es el milagro de la fe, de la oración, suscitado por la compasión y el amor. Así Jesús partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente (v. 19). El Señor resuelve las necesidades de los hombres, pero desea que cada uno de nosotros sea partícipe concretamente de su compasión. (17 de agosto de 2016) ¿De qué tiene sed el Señor? Ciertamente de agua, elemento esencial para la vida. Pero sobre todo de amor, elemento no menos esencial para vivir. Tiene sed de darnos el agua viva de su amor, pero también de recibir nuestro amor. (20 de septiembre de 2016) Es por eso que, entre las obras de misericordia, se encuentra la llamada del hambre y de la sed: dar de comer a los hambrientos hoy hay muchos y de beber al sediento. Cuantas veces los medios de comunicación nos informan sobre poblaciones que sufren la falta de alimento y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños. (19 de octubre de 2016) En la Biblia, un Salmo dice que Dios es aquel que da el alimento a todos los seres vivientes (136, 25). La experiencia del hambre es dura. Algo sabe quien ha vivido periodos de guerra o carestía. Sin embargo esta experiencia se repite cada día y convive junto a la abundancia y el desperdicio. Siempre son actuales las palabras del apóstol Santiago: ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga tengo fe, si no tiene obras? 10 ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están sin ropa y desprovistos del alimento cotidiano y uno de vosotros les dice: Iros en paz, calentaos y hartaos, pero no les

dais lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está

realmente muerta (2, 14-17) porque es incapaz de hacer obras, de hacer caridad, de amar. Siempre hay alguien que tiene hambre y sed y me necesita. No lo puedo delegar a alguien. Este pobre me necesita, necesita mi ayuda, mi palabra, mi compromiso. Esto nos afecta a todos. (19 de octubre de 2016) Una ojeada, incluso rápida, sobre la situación mundial revela la necesidad de un mayor compromiso en favor del sector agrícola no sólo para mejorar los sistemas de producción y comercialización, sino también y sobre todo, para acentúar el derecho de todo ser humano a tener acceso a alimentos sanos y suficientes y a ser alimentado en la medida de sus necesidades, participando en las decisiones y estrategias que se actúen. Es cada vez más evidente la necesidad de situar en el centro de cada acción a la persona, sea ésta sujeto del trabajo agrícola que comerciante o consumidor. Este enfoque, si se comparte como acicate ideal y no como dato técnico, nos permite considerar la estrecha relación entre la

agricultura, el cuidado y la protección de la creación, el crecimiento económico, los niveles

de desarrollo y las necesidades actuales y futuras de la población mundial. (28 de marzo de 2017)
No hay que olvidar que el Padre nuestro es la oración de los pobres. La petición del pan expresa la confianza en Dios sobre las necesidades básicas de nuestra vida. Todo lo que

Jesús nos enseñó con esta oración manifiesta y recoge el grito de quien sufre a causa de la

precariedad de la existencia y de la falta de lo necesario. A los discípulos que pedían a

Jesús que les enseñara a orar, él les respondió con las palabras de los pobres que recurren al

único Padre en el que todos se reconocen como hermanos. El Padre nuestro es una oración que se dice en plural: el pan que se pide es nuestro, y esto implica comunión, preocupación y responsabilidad común. En esta oración todos reconocemos la necesidad de superar cualquier forma de egoísmo para entrar en la alegría de la mutua aceptación. (13 de junio de 2017) 11

Bien común

Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, para salvaguardar la creación. (19 de marzo de 2013) Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. (19 de marzo de 2013) A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-

46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar. (19 de marzo de 2013)

Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. (19 de marzo de 2013) La Iglesia, por su parte, siempre se esfuerza por el desarrollo integral de las personas. En este sentido, insiste en que el bien común no debe ser un simple añadido, una simple idea secundaria en un programa político. La Iglesia invita a los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien común de sus pueblos. (16 de mayo de 2013) cultivar y custodiar no comprende sólo la relación entre nosotros y el medio ambiente, entre el hombre y la creación; se refiere también a las relaciones humanas. Los Papas han hablado de ecología humana, estrechamente ligada a la ecología medioambiental. Nosotros estamos viviendo un momento de crisis; lo vemos en el medio ambiente, pero sobre todo lo vemos en el hombre. (5 de junio de 2013, Medio ambiente) La persona humana está en peligro: esto es cierto, la persona humana hoy está en peligro; ¡he aquí la urgencia de la ecología humana! Y el peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es sólo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología. (5 de junio de 2013, Medio ambiente) La vida humana, la persona, ya no es percibida como valor primario que hay que respetar y tutelar, especialmente si es pobre o discapacitada, si no sirve todavía como el nascituro o si ya no sirve como el anciano. (5 de junio de 2013, Medio ambiente) La hermandad entre los hombres y la colaboración para construir una sociedad más justa no son un sueño fantasioso sino el resultado de un esfuerzo concertado de todos hacia el bien común. Los aliento en éste su compromiso por el bien común, que requiere por parte de todos sabiduría, prudencia y generosidad. (27 de julio de 2013, Clase dirigente) 12 La creación no es una propiedad, de la cual podemos disponer a nuestro gusto; ni, muchoquotesdbs_dbs35.pdfusesText_40
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