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1 mars 2004 La medicina no es ajena a estas tensiones propias de las sociedades don ... El efecto placebo también puede engañarnos a todos: las personas.



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26 août 2014 go la verdad es que no puedo con la sensación de vacío. ... —A lo mejor el debilucho eres tú



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sión óptica. Es el resultado que te brinda tu mente lógica cuando le pides que haga algo para lo que nunca fue diseñada. La resultante es el sufrimiento.



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es importante también que entiendan que el turismo es una conquista social y cional de Desarrollo Turístico y Dirección de Desarrollo del Producto Tu-.



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CÓMO HACER DE TU MEMORIA. UN ALIADO PARA SER MÁS FELIZ d a la te. a e. Es que ellos mismos afirmaban sentir fuera un efecto placebo. Aun así ser.



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9 nov. 2015 je eres tú». La actitud la comunicación no verbal

TURISMO Y PATRIMONIO Colección PASOS edita, nº5 L lorenç Prats

Agustín Santaaaaannnnnnaaaa

(Coords.)Revista de Turismo y Patrimonio Cultural www.pasosonline.org

Turismo y Patrimonio,

entramados narrativos

Llorenç Prats y Agustín Santana

(Coords.)

Colección PASOS edita, nº 5

Revista de Turismo y Patrimonio Cultural

Edita: Asociación Canaria de Antropología PASOS, Revista de Turismo y Patrimonio Cultural P.O. Box 33.38360 · El Sauzal Tenerife (España)

Diseño Portada: Atilio Doreste

Depósito Legal: TF-714-2011

ISBN: 978-84-88429-15-5

© 2011 PASOS. REVISTA DE TURISMO Y PATRIMONIO CULTURAL. www.pasosonline.org email:info@pasosonline.org

Turismo y patrimonio, entramados narrativos

Turismo y patrimonio, entramados narrativos / Llorenç Prats y Agus- tín Santana (Coords.)/El Sauzal (Tenerife. España): ACA y PASOS,

RTPC / 2011 / 305p. incluida bibliografía

1. Turismo y Patrimonio 1. 2. Identidad 2. 3. Comunidad 3. 4. Cul-

tura y Naturaleza 4. I. Prats, Llorenç - Santana, Agustín. II. “Turismo y patrimonio, entramados narrativos". III. ACA - PASOS, Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. IV. Colección PASOS Edita

379.85

ÍNDICETurismo y patrimonio, entramados narrativos TURISMO, IDENTIDAD Y PATRIMONIO, LAS REGLAS DEL JUEGO

Llorenç Prats y Agustín Santana1

NARRATIVAS COMUNITARIAS EN LOS USOS

TURÍSTICOS DEL PATRIMONIO

ENTRE DARWIN, LA BARONESA Y EL CUCUVE. EL DESARROLLO DEL TURISMO DE BASE LOCAL EN FLOREANA (GALÁPAGOS),

Esteban Ruiz Ballesteros y Pedro A. Cantero MartínGRUPOS ORIGINARIOS, PATRIMONIO CULTURAL Y TURISMO

INDÍGENA EN EL DESIERTO DE ATACAMA (CHILE),

Camila Bustos

ZúñigaEL TURISMO COMO PATRIMONIO CULTURAL IMAGINARIO.

REFLEXIONES A PARTIR DEL CASO DEL TURISMO KUNA,

Xerardo Pereiro Pérez

SOBRE LOS DISTINTOS USOS DEL PATRIMONIO: ANÁLISIS DE

DOS ESTUDIOS DE CASO,

Fabiola MancinelliNUEVAS Y VIEJAS NARRATIVAS TURÍSTICAS SOBRE LA CULTU-

RA INDÍGENA EN LOS ANDES,

Beatriz Pérez Galán

13 49
63
7927
EL TURISMO EN CATALUÑA: DISCURSOS Y ESTRATEGIAS,

Sole Jiménez Setó

NARRATIVAS Y PROMOCIONES TURÍSTICAS DE LAS

DESTINO BARCELONA: USOS POLÍTICOS DEL TURISMO Y DISCURSOS SOBRE LA IDENTIDAD. APUNTES HISTÓRICOS Y

CONFLICTOS DEL PRESENTE, Saida Palou Rubio

NATURALEZA A LA CARTA. LA RETÓRICA DE LA SOSTENIBI- LIDAD TURÍSTICA Y SUS IMPLICACIONES EN LAS POLÍTICAS

IDENTIDAD NACIONAL Y TURISMO EN LA CUBA CONTEMPO-

RÁNEA. CLAROSCUROS DE UNA RELACIÓN AMBIGUA,

Ana Alcázar Campos

A SEDUÇÃO DA HISTÓRIA: CONSTRUÇÃO E INCORPORAÇÃO

DA “IMAGEM DE MARCA" PORTUGAL,

Elsa Peralta

169
187
203
217
231
‘A COSTA DA LAURISSILVA": A PRODUÇÃO DE UM DESTINO

TURÍSTICO-CULTURAL,

Filipa Fernandes

ENTORNOS NATURALES Y MERCADO ECOTURISTICO EN LA RI- VIERA MAYA: XCARET Y XEL-HÁ EN QUINTANA ROO, MÉXICO,

Khafash, Leila y Fraga, Julia

145135

ÁREAS PROTEGIDAS PARA TURISTAS DE SOL Y PLAYA. ALGU-

NAS REFLEXIONES DESDE CANARIAS,

Alberto Jonay Rodríguez

Darias; Agustín Santana Talavera y Pablo Díaz Rodríguez

NARRATIVAS DEL PATRIMONIO NATURAL Y EL

TURISMO DE NATURALEZA

TIBURONES PARA TODOS. CONSERVANDO PECES Y CONSTRU-

YENDO IMÁGENES DE DESTINO,

Raquel de la Cruz Modino; Agustín

Santana Talavera; Pedro E. Moreira Gregori y José J. Pascual Fernández 95
109

NARRATIVAS DE LA OFERTA Y LA DEMANDA EN

CONSUMOS ALTERNATIVOS

DISCURSOS DE FE Y FE EN EL TURISMO. EL TURISMO RELIGIO-

SO EN MEDJUGORJE (BOSNIA),

Salvador Melgar Ramírez

AGROTURISMO, PARADIGMA DE TRANSFORMACIÓN IDENTI-

TARIA,

Miren Urquijo Arregui

EL TURISMO DE MEMORIA: LA PATRIMONIALIZACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA EN CATALUNYA. EL PROYECTO “MÁS ALLÁ DE UNA BATALLA" ( LA BATALLA DEL EBRO, GANDESA), Agustí Andreu i Tomàs y Joan Josep Pujadas i Muñoz CONSUMIDORES ALTERNATIVOS: TURISMO ÉTNICO Y ESPIRI- TUALIDAD NEW AGE EN LOS PROCESOS DE REINVENCIÓN DEL IMAGINARIO URBANO EN SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉ- XICO, Miquel Àngel Ruiz Torres; Martín de la Cruz López Moya y Efraín

Ascencio Cedillo

271257247

289
Prats, L. y Santana, A. (Coords.) (2011) Turismo y patrimonio, entramados narrativos. La Laguna (Tenerife): PASOS, RTPC. www.pasososnline.org. Colección PASOSEdita nº 5.

Turismo, identidad y patrimonio,

las reglas del juego 1

Llorenç Prats

Universidad de Barcelona

1. De los encuentros furtivos a la formalización de las relaciones

Turismo, identidad y patrimonio constituyen en si mismos tres intrinca- dos sistemas de construcciones sociales más o menos relacionadas con la rea- lidad empírica y su percepción, que se expresan en una inagotable sucesión de manifestaciones, cada una de ellas con su propio acervo de especi? cidades. En consecuencia, no vamos a tratar aquí de adentrarnos en ninguno de estos sistemas y nos remitiremos a la conceptualización más o menos consensuada que tenemos de cada uno. La cuestión que nos interesa es más concreta, aun- que también de una extraordinaria complejidad, y se re? ere, por decirlo así, al encuentro, a la con? uencia de estas tres grandes constelaciones sociales y a las relaciones que se producen entre ellas cuando se hallan atrapadas en un mis- mo campo gravitatorio y especialmente a cómo se comunican entre sí y para qué, entendiendo esa comunicación, esas narrativas, en un sentido amplio, que comprende desde los lenguajes formales e informales, verbales y no verbales, individuales y colectivos, hasta los signi? cados de todo tipo de acciones, más o menos explícitos y a veces aparentemente no relacionados con el turismo ni con los usos turísticos de la identidad y del patrimonio. De hecho, las relaciones entre estos sistemas, en sus distintas combinacio- nes, tienen una larga historia. El patr imonio nace como tal en el proceso de construcción de las identidades colectivas necesarias para la formación de los estados nacionales. El turismo se relaciona con lo que después será identi? cado

Agustín Santana

Universidad de La Laguna

Turismo, identidad y patrimonio, las reglas del juego2 como patrimonio desde los orígenes del Grand Tour. La identidad se convierte en producto turístico cuando la industria está en condiciones de ofrecer via- jes exóticos para conocer culturas indígenas pretendidamente auténticas. En fechas más recientes, el polinomio turismo-identidad-patrimonio ha llegado a instalarse de una manera burda en los productos de masas ofrecidos por los Operadores Turísticos en diversas zonas tropicales donde el sol y la playa se combinan con la visita a templos y monumentos, o a salvajes e impresio- nantes manifestaciones de la naturaleza, junto con pretendidamente genuinas manifestaciones folclóricas y artesanales, ejecutadas de forma supuestamente espontánea y con puntualidad por los aborígenes del lugar. Evidentemente no es este el punto en el que hemos propuesto centrar nues- tra re? exión, sino en algo mucho más reciente y sutil, que obedece a distintas fuerzas y razonamientos: una revisada forma de encarar y consumir el turis- mo, especialmente de pequeña escala, pero no sólo, que, más que ver, busca, o propone, vivir los destinos y que, dentro de esta vivencia, integra todo tipo de experiencias, preferentemente autenti? cadas por la cultura autóctona, in- cluyendo un acercamiento más personal al patrimonio. Esto se debe a diversos factores. Por una parte el interés (tal vez fruto de la maduración del sistema turístico) de un número creciente de turistas por la diversi? cación y la experiencia. Para un sector amplio de turistas ya no basta con el adocenamiento de los destinos masi? cados y clónicos de sol y playa, ni con la simple constatación de haber visitado un determinado lugar, sino que quieren convertir su pequeño o largo desplazamiento y estancia en una experiencia única, de ahí el auge del llamado turismo experiencial (combinando sus dos caracterizaciones iniciales como viajeros psicocéntricos de Plog (1972) y como tales por Cohen (1979)) o nuevo turismo. Esta demanda ha sido recogida por el mercado y cada vez abundan más los destinos que ofrecen productos supuestamente auténticos y singula- res, mientras que, por otra parte, su potencialidad ha permitido reconvertir o crear ex novo una nueva oferta de productos y destinos, normalmente de inte- rior o en todo caso en zonas no explotadas o explotadas muy tangencialmene por los grandes operadores turísticos. Esto es así porque la autenticidad y la singularidad, para manifestarse realmente como tales, deben vivirse in situ, intrínsecamente vinculadas al contexto en el que se producen y que las explica. No es lo mismo comer un arroz en Alicante o tomar las aguas en un balneario gallego que hacerlo en Madrid o Barcelona, aunque estas experiencias se ex- porten a modo de sucedáneo y, por otra parte, otras, como un alojamiento de calidad, con encanto y personalizado puedan reproducirse prácticamente en cualquier lugar. Esta creciente demanda, casi un cambio cultural en la forma de vivir el turismo por parte de un segmento no desdeñable de público, ha tenido además el efecto de propagar, en muchos lugares del mundo, la idea de que la identidad y el patrimonio, su vivencia, podían constituir recursos turísticos de relevancia económica. Ello ha sido retroalimentado a su vez por

Llorenç Prats y Agustín Santana3

la necesidad de renovación del sistema turístico de principios del milenio, que apuesta por la complementariedad jugando con los conceptos, en abstracto, de "alternativa", "sostenibilidad" y, en menor medida, "responsabilidad" y nom- brando productos como ecoturismo, agroturismo, turismo cultural, turismo rural, etno-turismo, geo-turismo, etc. (algunos de los trabajos que desarrollan el análisis de estas formas turísticas son los de Cater and Lowman, 1994; Smith and Eadington, 1994; Chambers, 1997; Smith and Brent, 2001). En otras palabras, sin desdoro de las grandes atracciones turísticas de siem- pre, asistimos en estos últimos años a una nueva y creciente demanda basada en la vivencia, la experiencia y su calidad. Se sigue buscando el placer hedonís- tico, pero vinculado a la autenticidad y la singularidad. Incluso para el turista cultural, más consolidado que otros turistas alternativos (digámoslo así), la exigencia aumenta. Ya no basta con reconocer un monumento o visitar un museo, sino que se busca un valor añadido que lo convierta en una experiencia única e inolvidable, distinta de aquella que puedan obtener las visitas colecti- vas y apresuradas que discurren a su lado, o en otro momento, por los mismos lugares. El consumo se individualiza en apariencia y sentido. Puede ser una visita nocturna, una visita so? sticadamente teatralizada, o acompañada por algún experto de renombre, vinculada a una experiència gastronómica o mu- sicalƒ pero, en cualquier caso, una experiencia distinta, única. Actualizado y con una crisis de identidad en fase de recuperación, el consumidor se ve como un posturista (Wang, 1999; Galani-Mouta? , 2000; Tucker, 2001), que adopta diferentes papeles según la especialización de su consumo y la experiencia de- seada (desde el cultural y psicológico (Stebbins, 1996) al voluntourism (Mader,

2006) y el reality tourism (WTO, 2006)).

Esta es la encrucijada donde situamos nuestra re? exión. En ella se debaten poderosas fuerzas e intereses: la convicción de la inmanencia del patrimonio y la reticencia, por tanto, a sus usos turísticos y a los consiguientes peligros que conllevan; el temor a la pérdida de la identidad por causa de la aculturación turística; y los diversos, y a veces contrapuestos, intereses turísticos que pre- tenden basar sus objetivos en la explotación de los recursos patrimoniales e identitariosƒ por citar los más evidentes y recurrentes. Aclaremos algunos puntos antes de abordar más especí? camente la diná- mica de estas confrontaciones. El peligro que pueda correr el patrimonio, sin entrar en su entidad, depende básicamente de su gestión y de la gestión de los ? ujos turísticos. El gran problema, no ya de conservación sino incluso de comprensión del patrimonio, procede de una gestión que con harta frecuencia no ha tenido en cuenta a los públicos turísticos y su especi? cidad. Es decir, que no ha previsto un nivel de visita lúdica para los turistas, ciudadanos al ? n y al cabo, que se acercan a él en período de ocio y con una actitud movida por la curiosidad, valorada por el entretenimiento y más cercana al reconocimiento que al conocimiento. Con ello es normal que el turista haga un mal uso del Turismo, identidad y patrimonio, las reglas del juego4 elemento patrimonial y obtenga de él una pobre experiencia, ya que se trata de un público ignorado en cuanto tal. Su presencia, por indeseada o simple- mente por desinterés, no está prevista en el sentido de que no está previsto un nivel de lectura adecuado a su disponibilidad de tiempo y motivación. Por otra parte, y en contradicción con lo anterior, muchas instalaciones patrimoniales no establecen mecanismos para regular los ? ujos de visitantes, de manera que los turistas además de ser un público impropio pasa a constituir también una considerable molestia, cuando no un peligro para la integridad del patrimonio. Es necesario que los gestores patrimoniales comprendan que los turistas no constituyen una especie aparte y que sus limitaciones vienen dadas fundamen- talmente, en general, por la escasa disponibilidad de tiempo y por su actitud hedonista. Es algo que todos hemos podido experimentar por cuenta propia. Y es importante también que entiendan que el turismo es una conquista social y un bene? cio general, no únicamente económico. Sólo a partir de aquí se plan- tearán ofrecer a los turistas un nivel adecuado de visita que permita su mayor satisfacción y enriquecimiento y, a la vez, reconociendo la existencia de dicho público, podrán regular, como se hace ya actualmente en muchos puntos, los ? ujos de visitantes. Otro punto que debe aclararse es el de la aculturación. El turismo in? u- ye en la cultura de las poblaciones receptoras, por supuesto, incluso puede cambiar sus hábitos, aunque no tanto como la televisión o el comercio, por ejemplo. Independientemente del nombre que se le dé, cuando estos cambios son fruto de una evolución de la población local en contacto con los agentes globalizadores ¿cabe estigmatizarlos? La identidad es una realidad dinámica y, como cualquier proceso evolutivo, depende de la existencia de variaciones, pero también de su éxito dentro de la comunidad. Lo que solemos denominar identidad es un conjunto de símbolos que funcionan a modo de emblemas o banderín de enganche, pero aun esos símbolos se transforman y desaparecen cuando pierden coherencia con las formas de vida y los valores de la socie- dad. La identidad colectiva es tremendamente variable en su contenido y lo es también incluso en su referente, es decir, que las identidades nacen y mueren, aunque unas perduran más que otras, habitualmente aquellas que tienen un soporte político o institucional. En cualquier caso, lo que nunca peligra, aun cuando se convierta la identidad en recurso turístico, es la intimidad cultural. Nunca podrá un turista o visitante ocasional conocer y vivir nuestra propia cultura desde dentro. El turista ve aquello que se le muestra, o se le deja ver, pero, por supuestamente auténtico que sea, su experiencia nunca podrá alcan- zar a comprender la diversidad de las vivencias culturales de la población local, ni siquiera respecto a aquellos elementos locales que forman parte de su expe- riencia turística. Aún seguimos discutiendo, si la comprensión de una cultura desde dentro está al alcance de un antropólogo después de largos períodos de trabajo de campo.

Llorenç Prats y Agustín Santana5

El último aspecto que se debe precisar es que, en esta con? uencia, el bene- ? cio turístico siempre aparece como objetivo ? nal. Puede darse algún caso en que unos intereses turísticos ajenos al territorio y con una repercusión poco de? nida en la población deban retroceder ante otros movimientos identitarios o conservacionistas de mayor raigambre, o que los posibles bene? cios sean muy inciertos y no consigan movilizar los intereses locales, pero en cuanto los bene? cios turísticos se presentan con su? ciente peso y ? abilidad, los argumen- tos contrarios pueden darse sistemáticamente por vencidos, aunque, como en todo, debe existir alguna excepción, que, por otra parte, también como en to- dos los casos, será con toda seguridad explicable.

2. El juego, las reglas elementales

Para intentar elaborar en abstracto un modelo que pueda dar razón de la generalidad de las diversas confrontaciones y alianzas que se producen entre los agentes implicados en un caso cualquiera en concreto dentro de este con- texto, podemos utilizar la metáfora de un juego, concretamente de un juego de estrategia. En esta simulación, el juego se produciría en un determinado terreno o tablero (el territorio o el destino turístico si ya está formado como tal), por supuesto, cada tablero es distinto, no sólo por sus características formales sino por la especial conformación de lo que podríamos llamar agentes pasivos, es decir, aquellos grupos sociales que, en principio, se van a mantener ajenos al juego (aunque en un momento dado puedan decidir intervenir en él). El table- ro, el contexto, constituye un conjunto de condiciones, en principio inaltera- bles y que condicionarán el alcance y orientación de los intereses, así como las estrategias. Cualquier artículo de los que componen el presente volumen nos plantea un tablero distinto. Los elementos del juego (las ? chas, las cartas, las piezasƒ) serán siempre recursos, en el sentido más amplio de la palabra: patrimoniales, infraestructu- ras turísticas, servicios, dineroƒ susceptibles de ser movilizados por los juga- dores, pero también de ser reservados estratégicamente, utilizados en sentidos diversos y obstaculizados total o parcialmente por otros jugadores que tengan capacidad para ello. Los jugadores serían todos los agentes individuales o colectivos interesa- dos en el juego y que disponen de recursos para jugar: empresarios turísticos, administraciones, gestores patrimoniales, en algunos casos ONG"sƒ y tam- bién los propios turistas (que al ? n y al cabo deben aportar mediante su dis- pendio los recursos ? nales), aunque los jugadores concretos sean distintos en cada situación y puedan entrar y salir del juego en uno u otro momento. Otros Turismo, identidad y patrimonio, las reglas del juego6 agentes individuales y colectivos, interesados en el juego pero que no dispo- nen de recursos para jugar, mayoritariamente entidades de carácter ideológico (ecologistas, por ejemplo), no pueden participar directamente en él, aunque si puedan, y de hecho lo hacen, tratar de in? uenciar las decisiones de los distin- tos jugadores. El juego tiene diversas fases o lances, provocados por cambios en el terri- torio o destino, o bien, más frecuentemente, por la introducción de nuevos recursos o de nuevas estrategias por parte de uno u otro (unos u otros) juga- dores. Los jugadores desarrollan sus estrategias (alianzas, inversiones, pasivi- dadƒ), que también pueden variar con los lances del juego. La ? nalidad de todo jugador es ganar, es decir, optimizar los bene? cios económicos de sus re- cursos (más adelante se explicará y matizará este extremo), quien lo consigue gana y quien no pierde y se retira del juego o reinicia la partida desde su nueva situación, aunque, por supuesto, ganar y perder no siempre debe entenderse en términos absolutos, se puede ganar mucho o poco, perder en un sentido y ganar en otro. Las narrativas de unos y otros, el entramado narrativo que nos ocupa (re- cordemos: no sólo lingüísticas en un sentido amplio sino también basadas en acciones signi? cativas), también forman parte del juego, pero no re? ejan ne- cesariamente, ni habitualmente, las estrategias, sino que las complementan. Las narrativas se atienen en principio a amplios consensos sociales (lo llama- do "políticamente correcto"), destacando o silenciando unos u otros aspectos de los mismos según sus intereses, sin que aparezcan a primera vista como coartadas de estos intereses (en la medida en que se mantienen dentro de lo políticamente correcto), a veces tal vez incluso sin plena conciencia de ello. Las con? uencias y las divergencias en el ámbito de las narrativas re? ejarán, o incluso en determinados casos contribuirán, a coordinar estrategias por parte de distintos jugadores con intereses total o parcialmente complementarios. Por otra parte, las narrativas no tienen porque tener siempre una correspondencia (consciente o inconsciente) con los intereses y a veces pueden funcionar como mecanismos de engaño (como en determinados juegos de mesa), creándose una divergencia formal entre discurso y estrategia que, sin embargo, puede con? uir en una mayor e? cacia. Las narrativas sirven también para explorar nuevos consensos que permitan nuevas ubicaciones de los jugadores, de sus recursos y de sus estrategias, estos consensos a veces se pueden alcanzar y en otras son reprimidos por la con? uencia narrativa de otros jugadores o de otros intereses. Veamos, sumariamente, un ejemplo con la única intención de ilustrar la metáfora y propiciar la re? exión: el caso del Priorat, en Cataluña. El Priorat es una comarca rural del interior del campo de Tarragona que tiene un tesoro en su subsuelo gracias a un substrato de pizarra llamada lico- rella, capaz de alimentar unas vides que producen un vino de extraordinaria calidad distinguido con la única Denominación de Origen Cali? cada (DOC),

Llorenç Prats y Agustín Santana7

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